miércoles, 8 de abril de 2020

Cartillas de racionamiento

Puede que en tu investigación te encuentres algún día frente a una "Cartilla Individual de Racionamiento", no aporta dato alguno a la misma pero si se encuentra en un sobre o caja la sitúa en un lugar en el tiempo, ademas de tener un gran valor sentimental.

En estos días de cuarentena me vienen a la mente en repetidas ocasiones tiempos de posguerra en España, que vivieron nuestros padres o abuelos, en los que no era fácil encontrar alimento y en los que se echó mano de una solución extrema: El racionamiento.

Racionar es la acción de distribuir o repartir, en momentos de extrema necesidad, un producto esencial o de primera necesidad, de forma limitada a fin de garantizar un reparto equitativo del mismo y una sostenibilidad en el tiempo.

En muchos países ha habido racionamiento pero yo me referiré aquí a aquel del que oí hablar, al sufrido en España durante la Guerra Civil (1936-1939) y que se prolongó muchos años una vez terminada esta en un país con grandes pérdidas materiales, sin reserva de oro o divisas y enormes carencias de población activa.

La forma de controlar administrativamente ese racionamiento fue mediante unas tarjetas o cartillas en las que se anotaban los consumos por persona, discriminándose entre ancianos, mayores y niños siendo así que una persona de mas de 60 años, para aquel tiempo un anciano, recibía el 80% de la ración y una persona menor de 14 el 60% de la misma, de modo que una pareja con dos hijos pequeños y el abuelo, 5 personas, recibían tan solo 4 raciones, carencias nutritivas que llevaron a la enfermedad y a la muerte a gran cantidad de ancianos y niños.

Cada familia tenía asignado una única tienda a la que debía acudir, cada semana el Gobierno publicaba el precio de cada producto y las cantidades a repartir entre las cartillas de 1ª, 2ª o 3ª en función del nivel social del cabeza de familia.

Había productos como garbanzos, boniatos, bacalao, aceite, azúcar y tocino; de cuando en cuando se encontraban maravillas como café, chocolate, membrillo o jabón;  rara vez se repartía carne, leche o huevos, que sólo se encontraban en el mercado negro.

La imposibilidad de adquirir los productos señalados fuera del racionamiento dio lugar al estraperlo, con el riesgo y el premio para el osado que lograba su meta que este acarreaba.

Cada articulo comestible tenia (o valía) un numero de cupones determinado, y no admitían juntar los de varios días para canje de productos, de modo que el cupón de pan de hoy por ejemplo, ya no era válido para mañana si no lo habías consumido, se perdía. Por cierto que además la harina con que estaba hecho era mas negra que el azabache. Había quien lo horneaba en casa clandestinamente con mejor harina y lo ocultaba en los más inverosímiles lugares, tales como por ejemplo muy envuelto en papeles y metido en medio de una pila de estiércol de los animales (ojo, no exagero), para que el olor (del pan) no se detectase. Podría ser intervenido por los agentes de la Fiscalía que andaban al acecho. Sabido era que no solo lo intervenían, si no que eran objeto de castigo a través de una sanción. Las multas estaban a la orden del día.


Afortunadamente estas cartillas se suprimieron en 1952 cuando el régimen de Franco empezó a salir del aislamiento internacional en el que se veía inmerso.

Lo dicho, si tienes entre tus documentos una de estas cartillas supongo que tendrá para ti un valor sentimental pero si no es así y no te valen para tu investigación genealógica no la tires, véndela que dependiendo de su estado de conservación te sacarás unos eurillos.


Fuentes:
DonDiario
Wikipedia
La Región
milanuncios
youtube






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